Julio 09, 2018.- Genocide Watch, la organización coordinadora de la Alianza Contra el Genocidio, fundada en 1999 y que agrupa más de 60 entidades alrededor del mundo dedicados exclusivamente a la prevención de este crimen de lesa humanidad, levantó una advertencia sobre Venezuela como consecuencia de la crisis estructural que atraviesa el país y le sitúa en el quinto peldaño del modelo predictivo que alerta sobre las etapas que pueden conducir a un genocidio. Caraota Investiga recorre aquí cada uno de estos períodos a través de los cuales los perpetradores escalan hasta el objetivo último: “el sometimiento sistemático e intencional de un grupo humano a condiciones de existencia que conduzcan a su destrucción física, total o parcial”.

Por: Fiorella Perfetto

No fue sino hasta 1948 cuando la Organización de las Naciones Unidas (ONU), adoptó el término originario del abogado Raphael Lemkin y se constituyó la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio. Sin embargo, este crimen considerado de lesa humanidad ya había cobrado millones de víctimas tras la aplicación de la política nazi de asesinar de forma sistemática con el objeto de exterminar a la comunidad judía de Europa.

Aun cuando la mayoría de los casos de genocidio documentados desde los organismos internacionales encargados de velar por su prevención y penalización ocurrieron bajo condiciones de conflicto armado, guerras civiles o étnicas, la dimensión de este crimen va más allá. Al menos para Genocide Watch, la crisis alimentaria, médica, sanitaria y de seguridad sin precedentes que ocurre en Venezuela y que según estas voces el gobierno no ha juntado esfuerzos para evitarla, constituye la base argumental para levantar esta alerta.

Este crimen es, en su concepción más holística, “la denegación del derecho a la vida de los grupos humanos”, tal y como citó por vez primera la Organización de las Naciones Unidas en su resolución 96, publicada en 1946. Aun cuando la posible existencia de un genocidio en Venezuela podría sonar a una exageración, organismos internacionales y expertos consultados para este trabajo observan con preocupación las consecuencias que la población civil está afrontando como producto de las medidas – u omisiones – por parte del gobierno nacional y que podrían conducir a un escenario mucho más dramático.

Cortesía: Genocide Watch

Las condiciones de existencia y sobrevivencia de los venezolanos hoy les coloca dentro de un peligroso coctel, que va desde los más de 26.000 venezolanos víctimas de la violencia tan sólo en 2017 (según el Observatorio Venezolano de Violencia), las muertes por enfermedades infecciosas que fácilmente pueden ser controladas con los esquemas de vacunación hoy inexistentes en el país, la escasez de medicamentos para tratar enfermedades comunes por lo que muchos han perdido la vida, la discriminación intencional en la distribución y entrega de las llamadas cajas Clap que permiten adquirir alimentos básicos a precios más accesibles, la negativa del gobierno a recibir ayuda humanitaria,  la vertiginosa caída de los indicadores de peso y talla de los niños que a duras penas aún pueden alimentarse y que sólo les alcanza para supervivir, hasta los miles que al igual que la población adulta, murieron por desnutrición, mientras el país atraviesa una hiperinflación que diluye en horas el dinero de los venezolanos.

A este escenario se le suma la violencia policial durante las manifestaciones masivas en rechazo al gobierno ejecutadas desde el poder hacia jóvenes y grupos opositores de forma sistemática y planificada, los llamados Operativos de Liberación del Pueblo (OLP) en los que se denunciaron ejecuciones extrajudiciales, las condiciones de los centros de detención y el trato inhumano que se les da a los presidiarios, así como las persecuciones, amenazas, encarcelamientos o torturas a políticos, miembros de organizaciones no gubernamentales o disidentes en general, todo lo cual conforma una compleja amalgama de muerte.

Caraota Investiga contactó a Gregory Stanton, presidente de Genocide Watch y autor del informe de alerta que se levantó para el capítulo Venezuela en 2018. El jurista refiere al comunicado publicado en el portal de la organización que coordina los esfuerzos para la predicción, prevención y castigo de este crimen, explica las razones por las cuales Venezuela ha escalado hasta el quinto peldaño del modelo de predicción de 10 etapas que recorren los perpetradores en su intención de someter o aniquilar un grupo humano. Parte del texto cita lo siguiente:

“La violencia organizada en contra de los disidentes políticos es una prueba de su intención de usar cualquier hecho para castigar y remover cualquier oposición a los esfuerzos de (l) (presidente) Maduro para centralizar su control. Maduro ha arrestado incontables políticos opositores y los ha encarcelado en las prisiones con sobrepoblación de presidiarios, en un sistema de justicia desmantelado. Estos prisioneros políticos han denunciado que los han sometido a torturas por parte de las fuerzas de seguridad del Estado incluyendo el uso de shocks eléctricos y asfixias.
En el medio de todo esto, hay un proceso de hiperinflación, un corte severo de suministro de alimentos, una crisis médica como resultado de los problemas económicos. Maduro ha bloqueado la ayuda de las agencias que han tratado de enviar alimentos, personal médico y equipos; por esto, los venezolanos están sufriendo desnutrición, hambre y han perdido el cuidado médico necesario y acceso a medicinas. Cientos de miles se han ido del país para escapar del régimen.
Genocide Watch considera que este conflicto se encuentra en su etapa de organización. Funcionarios disidentes del gobierno y políticos han sido removidos de sus posiciones y han sido remplazados por aquellos que apoyan a Maduro”.

Escaleras al … infierno

Cuando Stanton se refiere a “la etapa de organización” apunta al quinto escalón de los 10 posibles para considerar que se ha perpetrado un genocidio. El jurista, cuya participación fue crucial en las resoluciones de la Organización de las Naciones Unidas para la constitución del Tribunal Internacional de Crímenes de Rwanda y otro tanto en los conflictos étnicos del continente africano, explica con detalle estos ciclos – no necesariamente lineales – y aclara que “existen en cada uno medidas preventivas” que pueden detener este delito contra una población. Aclara además que todas las etapas siguen operando durante el proceso pregenocida.

Si bien es cierto, y a decir de los consultados para este trabajo, no parece existir aún un escenario de tal gravedad en el país, preocupa particularmente cómo algunos acontecimientos de tipo político y social, se ajustan a las características de las etapas del modelo elaborado por Gregory Stanton.

El llamado es, en todo caso, a prevenir una escalada que borre definitivamente la delgada línea que separa una cadena de acciones u omisiones emprendidas desde el poder con el propósito de someter a la población venezolana a condiciones de supervivencia, de la comisión de un hecho atroz como la aniquilación o sometimiento de un grupo humano. Aquí, las 10 etapas del genocidio.

Primera etapa. Clasificación

Es aquella en la que se enfatizan las divisiones, el “nosotros y ellos” que discrimina por etnia, raza, religión o nacionalidad. Explica Stanton que “las sociedades bipolares que carecen de categorías mixtas, como Rwanda y Burundi, son las más propensas a que ocurra un genocidio. La principal medida preventiva en esta etapa temprana es desarrollar instituciones universales que trasciendan las divisiones étnicas o raciales, que apoyen activamente la tolerancia y la comprensión, que promuevan clasificaciones que trasciendan las divisiones. Esta búsqueda de un terreno común es vital para la prevención temprana del genocidio”.

Segunda etapa. Simbolización

A esas divisiones que se crean desde un grupo dominante o de poder, se les asignan simbólicamente luego unas clasificaciones. “Nombramos a las personas como judíos o gitanos, por ejemplo, o los distinguimos por colores o vestimenta y estos símbolos se aplican a los miembros de grupos”.

Hasta aquí se trata de un fenómeno que no necesariamente resulta en genocidio, a menos que esto se combine con discursos promotores de odio.

“Cuando se combinan con el odio, estos símbolos pueden forzar a la creación de grupos parias o excluidos: la estrella amarilla para los judíos bajo el dominio nazi, el pañuelo azul para las personas de la zona oriental en el Khmer Rouge de Camboya. Para combatirlo, estos símbolos deben prohibirse (como las esvásticas) al igual que el odio. También se puede prohibir las marcas grupales como la ropa de pandillas o las cicatrices tribales”.

Tercera etapa. Discriminación

En esta etapa “un grupo dominante usa la ley, las costumbres y el poder político para negar los derechos de otros grupos, a los que no se les otorga plenos derechos civiles, que puede llegar incluso a negar el derecho al voto o incluso la ciudadanía”. La ideología que profesa el grupo dominante busca monopolizar o expandir el poder para sí. “Legitima la victimización de grupos más débiles”, refiere el experto. Acota que “los defensores de estas ideologías de exclusión a menudo son carismáticos, expresan resentimientos contra sus seguidores y atraen el apoyo de las masas”.

El politólogo venezolano Luis Salamanca observa algunas caracterizaciones de estas etapas del modelo en Venezuela, incluso desde la primera definición de “pueblo” por parte del fallecido presidente Hugo Chávez.

“Cuando Chávez decía el pueblo versus la oligarquía, creó un campo de confrontación que estaba muy claro para la gente; con ello estaba facilitando la comprensión de esa lucha, para mí imaginaria contra una oligarquía también imaginaria, de acuerdo a su propio manual marxista. Entonces, por esa vía se coló la polarización, la estigmatización del adversario. De hecho, Chávez ha sido el presidente que más estigmatizó a sus oponentes y eso pasó a ser un discurso de Estado que llevó al mandatario a llamar majunche, escuálido o frijolito, por ejemplo, a los políticos opositores. Ese estigma también iba para sus seguidores, lo cual representa una carga brutal, porque los presidentes modelan el comportamiento de sus seguidores y mucho más cuando son populares. Aquel que no se expresaba en Chávez, ese pueblo pobre, dejaba de ser pueblo y pasaba a formar parte de esas categorías”.

Un ejemplo podría explicar esta etapa. “Al simplificar esa noción de ellos y nosotros, esa distinción que en Venezuela nunca se había hecho, se abonó el terreno para que después sucedieran cosas más dramáticas. Por ejemplo, el caso de Puente LLaguno, es un ataque que podría considerarse genocida, justificado por el gran valor que Chávez le daba a la revolución del pueblo y por ello había que imponerlo aun con la muerte del adversario”, completó.

Prevenir esta etapa conlleva el pleno empoderamiento político y de los derechos de la ciudadanía para todos los grupos en una sociedad. La discriminación basada en la nacionalidad, tendencias políticas, etnia, raza o la religión debe prohibirse. Stanton considera que las víctimas deben poder demandar al Estado, las empresas u otras personas si se violan sus derechos.

Cuarta etapa. Deshumanización

Como su nombre lo indica, el grupo dominante niega la condición humana de otro. “A la víctima se le equipara con animales, insectos, enfermedades o bichos. La deshumanización supera la repulsión humana normal contra el asesinato. En esta etapa, la propaganda de odio y los mensajes en los medios de comunicación se usan para vilipendiar al grupo de víctimas. Al grupo mayoritario se le enseña a considerar aquellos como menos que humano e incluso ajeno a su sociedad. Son adoctrinados para creer que estamos mejor sin ellos. El grupo sin poder puede volverse tan despersonalizado que en realidad reciben números en lugar de nombres, como los judíos en los campos de la muerte. Se equiparan con la inmundicia, la impureza y la inmoralidad. El odio invade la propaganda de la radio oficial, los periódicos y los discursos políticos”.

En el caso de Venezuela, sobran los ejemplos de discursos cargados de odio desde la llegada al poder del fallecido presidente Hugo Chávez hasta hoy. El vilipendio hacia los opositores marcó desde el inicio la conducta de discriminación por parte de los dirigentes gubernamentales.

“El presidente Chávez muere, asume el mando Nicolás Maduro y le explota la crisis económica. Sin embargo, sigue esta línea del que todo el que se oponga será acabado. Esa carga discursiva autoritaria de un Estado, que podría considerarse progenocida, el uso del discurso de odio, identificación del adversario y la segregación por razones políticas de las ciudades en una confrontación del este versus el oeste es algo que nunca ocurrió en Venezuela. El simbolismo es muy grande, es la geografía del poder, poder que es sólo de los chavistas, es muy fuerte ese mensaje”, explica Salamanca.

Stanton sugiere que para evitar la deshumanización y el odio, debe darse una condena temprana a estos gestos, tanto desde el ámbito nacional como internacional. “A los líderes que incitan estas prácticas se les debe prohibir los viajes internacionales y congelar sus finanzas extranjeras. Las estaciones de radio con discursos cargados de odio deben ser bloqueadas o cerradas. Los crímenes de odio y las atrocidades deben ser castigados con prontitud”.

Quinta etapa. Organización

En esta etapa se incorpora dentro del “plan genocida” las milicias o grupos irregulares armados, generalmente organizados por el Estado, para deslastrarse de su responsabilidad penal sobre los delitos que se cometan. “Algunas veces la organización es informal, como el caso de las pandillas hindúes dirigidas por militantes locales, o bien, descentralizados como el caso de grupos terroristas. A menudo estos son entrenados y armados. En determinados casos, los actos de genocidio se disfrazan de contrainsurgencia si hay un conflicto armado o una guerra civil en curso”.

Stanton refiere que “los Estados organizan a la policía secreta para espiar, arrestar, torturar y asesinar a personas sospechosas de oponerse a los líderes políticos del grupo dominante. Las motivaciones para atacar a un grupo son adoctrinadas a través de los medios de comunicación y del entrenamiento especial para milicias asesinas y unidades especiales de exterminio que forman parte del ejército”.

Estos grupos irregulares armados existen en Venezuela desde la creación de los conocidos como círculos bolivarianos, creados oficialmente en junio de 2001 y que tras 17 años estos grupos de choque han proliferado convirtiéndose incluso en la “autoridad” que gobierna en algunos sectores populares del país, principalmente en la ciudad capital.

“Tenemos esta conformación de los colectivos en defensa de la revolución. Actúan con impunidad porque la justicia está confiscada. Mientras aquí (en Venezuela) no haya un poder judicial que pueda poner en su sitio tantos asesinatos y violaciones a los derechos humanos harán lo que quiera; es un coctel de con un potencial de violencia aún mayor. Esto puede ocurrir cuando los conflictos sociales se calientan, ocurre lo mismo con la violencia”, explicó el politólogo venezolano.

Es en esta etapa donde Genocide Watch sitúa a Venezuela y enciende las alarmas de advertencia para que se tomen medidas que frenen la escalada. Dice que para combatir esta etapa, la membresía en estas milicias debe prohibirse. A sus líderes se les deben negar visas para viajar al extranjero y congelar sus activos y la Organización de las Naciones Unidas deberá imponer embargos de armas a los gobiernos y ciudadanos de países involucrados en masacres genocidas y crear comisiones para investigar estas violaciones y usar sistemas legales nacionales para enjuiciar a quienes evadan dichos embargos.

Sexta etapa. Polarización

En esta etapa se crean subdivisiones entre los grupos, dando como resultado que los extremistas ataquen a los moderados, intimiden y silencien. Stanton explica que “los sectores moderados del propio grupo de los perpetradores son más capaces de detener el genocidio, por lo que son los primeros en ser arrestados o asesinados. El grupo dominante aprueba leyes o decretos de emergencia que les otorgan poder total sobre el grupo objetivo. Las leyes erosionan los derechos y libertades civiles fundamentales. Los grupos específicos son desarmados para hacerlos incapaces de defensa propia y para asegurar que el grupo dominante tenga control total”.

Tal y como explica Genocide Watch, las etapas de este modelo predictivo no son excluyentes y elementos de una determinada etapa de mayor conflicto, podrían presentarse con anterioridad. La aprobación de leyes o decretos de emergencia sobre los cuales gobierna el presidente Maduro en Venezuela es un ejemplo de ello.

Tras la victoria de la oposición en las elecciones parlamentarias de 2015, el Presidente venezolano decretó en enero de 2016 “estado de excepción y emergencia económica”, que se ha prorrogado desde entonces y ha permitido al mandatario legislar por decreto en esta materia, sin oposición alguna, además de controlar todos los poderes del Estado.  No en vano, Venezuela se sitúa en el último lugar del índice mundial de Estado de Derecho que emite el World Justice Project.

Explica Stanton que a medida que se escala en este ciclo, las formas de prevención también se potencian. “La prevención puede significar protección de seguridad para líderes moderados o asistencia a grupos de derechos humanos. Los bienes de los extremistas pueden ser confiscados o sus visas para viajes internacionales denegadas, además de plantearse objeciones vigorosas al desarme de estos grupos”.

Séptima etapa. Preparación

Aquí se planea “la solución final” para el grupo objetivo o la población potencialmente víctima de genocidio. “A menudo se usan eufemismos para encubrir sus intenciones, como referirse a sus objetivos como limpieza étnica, purificación o medidas contra el terrorismo. Construyen ejércitos, compran armas y entrenan a sus tropas y milicias. Adoctrinan a la población con miedo al grupo de víctimas. Los líderes a menudo afirman que si no los matamos, nos matarán, disfrazando el genocidio como defensa propia. Hay un aumento repentino en la retórica inflamatoria y la propaganda de odio con el objetivo de crear miedo al otro grupo. Los procesos políticos, como los acuerdos de paz que amenazan el dominio total del grupo genocida o las próximas elecciones que pueden costarles el control del poder total, en realidad pueden desencadenar este crimen”.

La prevención de esta etapa incluye, al igual que los estadios anteriores, el embargo de armas y la constitución de comisiones para hacer cumplir esta medida que incluye el enjuiciamiento a la incitación o conspiración para cometer genocidio, ambos delitos contenidos en el artículo tres de la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio.

Octava etapa. Persecución

En esta etapa, las víctimas se identifican y se separan debido a su identidad étnica, religiosa, política, entre otras. “Las listas de defunciones ya están redactadas. En los genocidios patrocinados por el Estado, los miembros de los grupos de víctimas podrían ser obligados a usar símbolos de identificación. Sus bienes a menudo son expropiados. A veces incluso son segregados en guetos, deportados a campos de concentración, confinados a una región afectada por la hambruna o privados de alimentos. Se les restringe de manera deliberada de recursos como agua o alimentos para destruirlos lentamente. Se implementan programas para prevenir la procreación a través de la esterilización forzada o abortos. Los niños son sacados por la fuerza del seno familiar”.

Los derechos humanos básicos del grupo víctima son sistemáticamente objeto de violaciones mediante ejecuciones extrajudiciales, tortura o desplazamiento forzado. Es aquí donde se inician las matanzas genocidas. “Son actos de genocidio porque destruyen intencionalmente parte de un grupo. Los perpetradores observan si tales masacres encuentran alguna reacción internacional. Si no, se dan cuenta de que la comunidad internacional será un espectador más y permitirá otro genocidio”.

Para detener este crimen durante esta etapa, debe declararse una “emergencia de genocidio”. Dice Stanton que si se puede movilizar la voluntad política de las grandes potencias, las alianzas regionales, el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas o su Asamblea General, se debe preparar una intervención internacional armada o brindar asistencia al grupo de las víctimas para prepararse para su legítima defensa. La asistencia humanitaria debe ser organizada por las Naciones Unidas y los grupos de socorro privados para la inevitable marea de refugiados por venir.

Novena etapa. Exterminio

Como su nombre lo indica, comienza el exterminio que rápidamente se convierte en lo que legalmente se denomina genocidio. “Es un exterminador para los asesinos porque no creen que sus víctimas sean completamente humanas. Cuando es patrocinado por el Estado, las Fuerzas Armadas a menudo trabajan con las milicias para matar (…) Los actos de genocidio demuestran cuán deshumanizadas se han vuelto las víctimas. La destrucción de la propiedad cultural o religiosa se emplea para aniquilar la existencia del grupo en la historia. Todos los hombres en edad de combatir son asesinados en algunos de estos crímenes. Las mujeres y niñas son violadas”.

Una intervención armada rápida y abrumadora podría detener el genocidio en esta etapa, para lo cual deben establecerse áreas de protección y rutas de escape de refugiados con protección internacional fuertemente armada. “La Brigada Permanente de Alto Nivel de la Organización de las Naciones Unidas, la Fuerza de Respuesta Rápida de la Unión Europea o las fuerzas regionales, deberían estar autorizadas para actuar por el Consejo de Seguridad de la ONU si el genocidio es de menor medida. Para intervenciones más grandes, una fuerza multilateral autorizada por este organismo debería intervenir (…)”.

Décima etapa. Negación

Es la etapa que cierra este ciclo de la muerte. Puede durar mucho tiempo y siempre le sigue a la comisión de este crimen de lesa humanidad. “Los perpetradores desentierran fosas comunes, queman los cuerpos, tratan de ocultar las pruebas e intimidan a los testigos. Niegan que hayan cometido algún delito y a menudo culpan a las víctimas por lo sucedido. Bloquean las investigaciones de los crímenes y continúan gobernando hasta que son expulsados ​​del poder por la fuerza, cuando huyen al exilio, donde permanecen con impunidad, a menos que sean capturados y se establezca un tribunal para juzgarlos. La respuesta a la negación es el castigo de un tribunal internacional o tribunales nacionales, donde se puede escuchar la evidencia y castigar a los victimarios”.

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El jurista aclara que este modelo es meramente una representación ideal-típica de la realidad que está destinado a ayudar a pensar más claramente sobre los procesos políticos, sociales y culturales que ocurren en situaciones de potencial peligro. “Es importante no confundir ninguna etapa con un Estado. Son más bien puntos fluctuantes en un termómetro que sube y baja a medida que la temperatura social en un área potencial de conflicto aumenta o disminuye. Es crucial no confundir este modelo con uno lineal. En todos los genocidios, muchas etapas ocurren simultáneamente”.

Mariano De Alba, abogado venezolano especialista en derecho y relaciones internacionales apunta a la forma cómo estos hechos podrían ser tratados en el escenario jurídico de la Corte Penal Internacional. Considera que en el país no existen condiciones para que se pueda catalogar un escenario como el expuesto aquí.

“El tema de si el hambre, la falta de medicamentos y servicios médicos puede ser considerado como un crimen de lesa humanidad, es debatible, aunque de entrada hay que estar conscientes que es muy poco probable que la Corte Penal Internacional (quien es la única autorizada para juzgar estos crímenes a nivel internacional) vaya a considerar que así sea porque es muy difícil probar la intención directa del régimen en querer asesinar a gente como consecuencia de la falta de alimento”.

Para De Alba, “un genocidio no pareciera haber en Venezuela por ahora, ya que lo que lo caracteriza es que hay una intención concreta de destruir a un grupo, incluyendo medidas para que personas de ese grupo no puedan nacer. Esas acciones podrían ser consideradas como persecución política, que puede llegar a ser un crimen de lesa humanidad pero nunca genocidio”, rebatió.

¿Una exageración hablar de genocidio? Son cada vez más los llamados de alerta

La poca voluntad por parte del gobierno para abastecer al país de alimentos, medicinas y vacunas, el uso del llamado “carnet de la patria” para acceder a los derechos constitucionales que garantizan a todos los venezolanos una alimentación adecuada, salud y seguridad, la inexistencia de condiciones de transparencia y equidad en el ejercicio del voto, las dificultades para acceder al sistema de identificación para adquirir los documentos de ciudadanía, la negativa gubernamental a la apertura de un canal humanitario, el uso de calificativos y epítetos contra los disidentes opositores, su persecución o encarcelamiento, el uso de armas de guerra en manifestaciones públicas, la siembra de miedo entre la población a ejercer sus derechos a la libertad de expresión so pena de ser enjuiciados o encarcelados, conforman parte de una larga lista de violaciones y delitos que cada vez más son referencia en los informes mundiales de las organizaciones veedoras de los derechos humanos.

Es tal la situación que ya la diáspora cada vez más acentuada de venezolanos huyendo del país se ha convertido en un issue para la región. La deserción escolar y universidades sin profesorado, la hiperinflación, la carencia de servicios básicos, las expropiaciones de bienes y empresas sin un proceso ajustado a derecho y más recientemente la expulsión del país de ciudadanos venezolanos contraviniendo el artículo 50 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, en el caso del preso político Vilca Fernández, son elementos que, a pesar de no constituir por sí mismos  actos genocidas pueden conformar una intencionalidad que no ha pasado desapercibida en el escenario internacional.

De hecho, a la advertencia de Genocide Watch se unen otros informes que alertan sobre la dramática condición en la que viven hoy los venezolanos y la inacción – para algunos premeditada – del gobierno.

La organización Human Right Watch (HRW) también recoge un amplio expediente sobre Venezuela. En su informe de 2018 se mencionan todos estos factores en función de alertar a la comunidad internacional: la persecución a opositores políticos, la represión en las protestas, la convocatoria inconstitucional por parte del presidente Maduro a una Asamblea Nacional Constituyente, la llamada “Operación Liberación del Pueblo” que dieron origen a ejecuciones extrajudiciales, la crisis humanitaria, la falta de separación de los poderes y el sometimiento de estos al Poder Ejecutivo, la promulgación de leyes para coartar la libertad de expresión, la restricción del financiamiento internacional de organizaciones no gubernamentales, la discriminación política o las condiciones en los centros de detención son expuestas y analizadas en este informe.

Igualmente, la Organización de Estados Americanos (OEA) ha emitido numerosos informes sobre Venezuela, algunos de ellos publicados en el último trimestre del pasado año que detallan los resultados de las audiencias públicas en las cuales se escucharon las voces de las víctimas de la represión. Expertos evaluaron si los abusos cometidos por miembros de las fuerzas de seguridad venezolanas podrían constituir delitos de lesa humanidad, tal como recuerda HRW. En este sentido también el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos emitió un documento en el cual concluye que el gobierno venezolano violó los derechos humanos y cometió abusos extendidos en la respuesta a las manifestaciones de protesta, entre otras tantas manifestaciones por parte de las organizaciones internacionales que se encargan de vigilar el respeto a los derechos humanos y civiles de las naciones del mundo.

Surge entonces la interrogante. ¿Por qué llegamos aquí?

El origen de esto está en la concepción que el fallecido presidente Hugo Chávez inoculó en el país: el pueblo se realizaba en él, todo lo que él hacía suponía ese concepto. Entonces, Chávez contenía al pueblo.

Así lo define Luis Salamanca. “Estas etapas han ido avanzando porque había un poder estatal legitimado en elecciones. Parecía natural que aquella noción que el Estado consideraba que los buenos se llevaban por delante a los malos. Llegamos aquí, porque el Estado venezolano en manos de Chávez propició el enfrentamiento entre los venezolanos que no compartían esa visión política y esa es una de las bases de los genocidios. ¿Qué podría llegar a ocurrir? No se sabe, pero todo lo que ocurre parece el preludio de cosas peores. “Ahora tenemos un clima de invasiones y el Estado no hace nada; esto va cundiendo y puede generar un problema muy grave si esas personas que son empujadas de sus casas deciden defenderse”.

La inacción del Estado también es una forma de sometimiento de la población. De esa forma también se promovió el odio y el avance en esta escalada. “Hay que recordar cuando la gente comenzó a empujar y escupir a los diputados; eso, a decir de Chávez era el pueblo que se está expresando. Ese es el tema de fondo, la concepción de pueblo de Chávez era exclusivista y excluyente, allí solo se contaban los que le eran afectos. Por esa vía no teníamos escapatoria. El grado de destrucción de la legalidad social es impresionante y ese es el caldo de cultivo para cosas peores, como ocurrió en la Guerra de Independencia que no fue otra cosa que la ruptura de las amarras contra el orden monárquico reinante”, sentenció.

Dice el abogado argentino Rubén Pagliotto, presidente del Colegio de Abogados Paraná y querellante en causas por delitos de lesa humanidad en su país: “Antes, el genocidio tuvo impronta de uniformes, botas y ametralladoras y apeló a las desapariciones forzadas de personas, secuestros, torturas, vuelos de las muertes y al obligado exilio de miles de compatriotas. Hoy, el genocidio ha adoptado otra modalidad, tan letal como el de entonces: la corrupción. Esa es la nueva cara de la muerte, del horror, del descalabro moral y de la sinrazón. Aún estamos a tiempo de evitarlo, porque la corrupción también mata.

http://www.caraotadigital.net/investigacion/genocide-watch-alerta-sobre-genocidio-en-venezuela/