Mayo 13, 2018.- El año 2017 marcó, en la historia de Venezuela, un periodo importante. Se estremecieron las columnas sociales, políticas y económicas. Hubo protestas antigubernamentales que dejaron al menos 120 muertos, elecciones ganadas por el oficialismo y calificadas de fraudulentas por la oposición, y un cierre con una hiperinflación nunca vivida.

Sin embargo, el 2018 no pinta cerrar con un buen pie. Las protestas siguen. El hambre sigue. La escasez sigue. Venezuela está hundida en un colapso, ante la mirada inerte de un Gobierno incapaz que vive bajo la sombra de un Hugo Chávez Fría que murió un 5 de marzo de 2013 junto a su revolución.

Lejos de acabar con las protestas, el caos y la desolación exacerbó los ánimos. Solamente en el mes de abril, se registró 927 protestas, equivalente a un promedio de 31 manifestaciones diarias. Esta cifra representa un incremento de 25% en comparación con el mismo periodo del año pasado, de acuerdo a datos aportados por el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social (OVCS).

De estas 927, el 89% fue para exigir derechos económicos, sociales, culturales y ambientales (Desca). El resto, para pedir derechos civiles y políticos (DCP). Una evidencia de la profundización del colapso en la Venezuela madurista.

Entre los derechos más demandados durante las protestas documentadas en abril: 338 fueron para exigir derechos a los servicios básicos. Las constantes fallas en la distribución de gas doméstico, electricidad y agua, han generado descontento en los hogares venezolanos. A esto se le suma el cobro excesivo de los servicios otorgados por empresas para contrarrestar esta problemática, entre las que podemos mencionar: camiones cisternas, incremento sin control sanitario de los negocios que venden botellones de agua potable, entre otros.

Aunque el número de protestas es menor al registrado a comienzos del año, la crisis persiste. El poder adquisitivo del salario no permite cubrir las necesidades básicas. El país se sumerge en un cuadro de hiperinflación cuando se observa que solo en ese mes el índice de precios al consumidor sobrepasó el 90%.

Se ha incrementado la dependencia de las bolsas de alimentos comercializadas por los Comité Local de Abastecimiento y Producción (CLAP). Se mantienen largas colas frente a supermercados para la adquisición de productos cada vez menos regulados, porque se ha detectado su incremento de precio de forma sistemática.

Mientras, aumentan las escenas de personas comiendo de la basura, de comercios cerrados y de reportes de aumento de desnutrición y enfermedades que habían sido erradicadas.

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