Mayo 14, 2017.- María Esther Fernández Caridad recibió la llamada en su casa de Maracaibo a las 3:30 p. m. Su hijo, Ayatola Nuñez, reportero de El Nacional, había resultado herido con una bomba lacrimógena en la cabeza mientras cubría una protesta. El comunicador social está fuera de peligro pero su madre no olvida las horas angustiantes que pasó tras conocer la noticia. Para este Día de las Madres, María Esther comparte la experiencia de tener un hijo periodista en la actual crisis del país.

Caracas. El 26 de abril parecía un día “normal” para María Esther Fernández. Estaba en su casa de Maracaibo, entre sus quehaceres diarios, inocente de que a eso de la 1:30 de la tarde su hijo, Ayatola Núñez, había sido impactado en la cabeza por una bomba lacrimógena mientras cubría la protesta opositora en las inmediaciones de la Ciudad Universitaria de Caracas. Sus vecinos se enteraron de lo ocurrido a través de las redes sociales, pero no se atrevieron a darle la información.

Más tarde, a las 3:00 p. m., Ayatola es ingresado de emergencia al Clínico Universitario. María Esther espera que anochezca para recibir la llamada de su hijo. Desde que su muchacho se mudó a la capital para ejercer el periodismo tienen un acuerdo: una llamada en la mañana y otra en la noche para chequear su estado. Hace dos años que cumplen esa rutina religiosamente, pero aquel miércoles de abril el teléfono sonó a las 3:30 p. m., era Ayatola. “Estoy bien”, insistió a través del auricular luego de comentarle la noticia a su madre.

Pero eso no calmó a María Esther, se le dispararon los nervios, lloró, quiso acortar la distancia de Maracaibo a Caracas para estar con él, cuidarlo, atenderlo. Más que nunca fue consciente del riesgo que significa tener un hijo periodista en estos tiempos. Pudo abrazarlo y darle todo su amor cuando Ayatola se trasladó a su hogar para pasar el reposo médico. En casa recibió sus atenciones y las de su hermana mayor, Arelis.

Para esta madre, Arelis y Ayatola son su adoración. Como ella sabe que él no dejará la profesión que tanto le apasiona, solo le pide que sea cauteloso, que se cuide a la hora de cubrir las protestas. Ella, por su parte, redoblará su guardia materna: Con esta situación que está pasando uno se preocupa más. Yo soy devota a la Chiquinquirá, rezaré por él y por el país para que se solucionen los problemas. Gracias a Dios y a mi Chinita, mi hijo vivió para contarlo.

Contó que cuando su hijo era pequeño quería ser músico o electricista. Al crecer, obtuvo una beca y estudió Comunicación Social, carrera que le ha dado muchas satisfacciones, una de ellas es el premio de periodismo en el 2013 por parte del Consejo Legislativo del Zulia.

El comunicador cubría una manifestación de la oposición cerca de la UCV. Foto @Heberlizeth

Para este Día de las Madres, María Esther envió un mensaje a las mamás trabajadoras: “Cuiden mucho a sus hijos, que cuando lleguen a  sus casas los apurruñen mucho, que los atiendan, que les dediquen tiempo”. Y a Dios y a la Virgen les pide fortaleza para las madres que han perdido a sus hijos en estas protestas y la paz eterna para ellos.

SNTP registró más de 200 agresiones en 2017

El secretario del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa (SNTP), Marco Ruíz, denunció en la Fiscalía General de la República que en los cuatro meses del año 2017 se han documentado 201 casos de agresiones contra trabajadores de los medios de comunicación, entre ellos periodistas, fotógrafos y camarógrafos. “Lo que significa 201 casos en los que se le ha negado a usted la posibilidad de estar informado conforme a lo que está garantizado por nuestra propia Constitución” (sic), expresó.

En la rueda de prensa del pasado 5 de mayo, Ruiz informó que desde el 31 de marzo hasta la presente fecha han contabilizado 130 periodistas y 130 trabajadores de medios atacados de manera directa, en la mayoría de los casos, por funcionarios de los organismos del Estado, como la Guardia Nacional Bolivariana y Policía Nacional Bolivariana, a quienes responsabilizan del robo de los equipos, así como de la destrucción de estos y del material recopilado durante las protestas.

“Gracias a Dios y a mi Chinita, mi hijo vivió para contarlo”