107180.th_maxJulio 17, 2016.-Joshua Holt viajó de Utah a Venezuela el 11 de junio con un plan en mente: casarse con la mujer de la que se había enamorado y llevarla a ella y a sus dos hijas a Estados Unidos.

En su lugar, Holt y su esposa, Thamara Caleño, están retenidos por la inteligencia militar y enfrentan alegaciones de terrorismo, espionaje y posesión ilegal de armas, después de que las autoridades encontraron dos fusiles automáticos y una granada de mano en su apartamento.

Pero el verdadero delito de Holt, dijo una mujer que estaba presente cuando lo detuvieron, es ser ciudadano estadounidense. La mujer alega, además, que ella y otras cuatro personas vieron a las fuerzas de seguridad colocar las armas en el apartamento para tenderle una trampa a Holt, de 24 años.

“La única razón por la que lo tienen es porque es gringo”, dijo la mujer, quien pidió al Miami Herald que no la identificaran por su nombre por temor a represalias. “No me importa de qué color tiene los ojos, el cabello, dónde dice su pasaporte que nació. Es inocente y ellos están violando sus derechos humanos.”

Con Holt ya son 12 los estadounidenses, que se sepa, están detenidos en Venezuela.

Misionero

Los ministerios del Interior y Comunicaciones de Venezuela no respondieron de inmediato a solicitudes de información, pero Holt parece un candidato poco probable a un escándalo internacional. Criado en Riverton, un suburbio de Salt Lake City, es un rubio con lentes que acababa de terminar un período de dos años como misionero mormón en el estado de Washington, donde había aprendido español.

Conoció a Caleño, de 25 años y también mormona, y se enamoró de la mujer, que tiene dos hijas. Después de reunirse con su prometida en la República Dominicana hace unos meses, vino a Caracas en junio para casarse.

“Es el tipo de persona que está dispuesta a entregar dos años de su vida a la iglesia para propagar la palabra de Dios entre la gente y hacerse cargo de su nueva familia”, dijo Justin, el padre de Holt. “Es una buenísima persona, eso es lo que es”.

Según la testigo, la pesadilla de la pareja comenzó el 30 de junio, pocos días después de regresar de una semana de luna de miel en la isla Margarita. Se estaban quedando en el apartamento de Caleño en Ciudad Caribia, un complejo habitacional abrumado por la delincuencia, construido por el fallecido presidente Hugo Chávez. Esperaban una cita en la embajada de Estados Unidos para la visa de su familia.

Registro policial

El jueves a las 6 de la mañana, la policía comenzó a registrar vivienda por vivienda e inspeccionó el apartamento y los documentos de Holt. Pero los agentes se enfurecieron cuando notaron que Holt estaba grabándolo todo con su teléfono móvil, dijo la testigo.

“En este país no se puede registrar una propiedad sin una orden judicial, de manera que me pareció inapropiado”, dijo la testigo. “Le confiscaron el teléfono y se lo llevaron con otras personas”.

Dos horas después, un grupo de unos 30 agentes de seguridad enmascarados —algunos identificados como miembros de la inteligencia militar— regresaron al lugar. La testigo dice que ella y varios vecinos vieron a los hombres subir una bolsa negra larga por las escaleras hasta el apartamento de la pareja en el cuarto piso. Mientras un grupo interrogaba a la esposa de Holt, precisó la testigo, uno de los agentes entró a una habitación y poco después anunció que había encontrado las armas, en una bolsa negra en el suelo.

Según reportes noticiosos, la policía recuperó un un fusil AK, una “imitación” de un fusil militar M-15 y una granada de mano.

¿Fue una trampa?

La mujer dijo que era inconcebible que Holt, o cualquiera en la casa, pudiera haber comprado las armas. Los familiares de Caleño no le habían quitado los ojos de encima desde que llegó a Venezuela, dijo la testigo, por temor a que como no hablaba bien español se metiera en problemas. Y Caleño es bien conocida en el edificio por su trabajo en una clínica de salud del gobierno.

“Las pusieron ellos allí, las plantaron”, dijo la mujer sobre las armas. “Antes no estaban allí”.

“En esa casa vive una niña de 8 años y otra de 5, si hubieran tocado algo, hubieran hecho volar tres edificios”, dijo la mujer.

Hasta donde saben los familiares, la pareja no ha sido acusada oficialmente de nada, y ningún funcionario de alto nivel del gobierno ha mencionado el caso.

Pero en medio de la fuerte polarización que se vive en Venezuela, con frecuencia se presentan a los norteamericanos como el enemigo. El presidente Nicolás Maduro acusa rutinariamente a Estados Unidos de estar detrás de planes para derrocar su gobierno socialista y de despachar mercenarios para asesinarlo.

Un floridano

En el 2014 las autoridades arrestaron a Todd Michael Leininger, un hombre de 34 años nacido en Miami pero que se crió en Illinois.

Leininger fue detenido después de herir de bala a un vecino en San Cristóbal, localidad fronteriza con Colombia, en un altercado que su familia cree fue en defensa propia.

En ese caso, las autoridades dijeron que encontraron tres fusiles, dos armas cortas y ocho uniformes de camuflaje. El gobernador José Gregorio Vielma Mora indicó en ese momento que Leininger era un “agente internacional” empeñado en ayudar a derrocar el gobierno.

La familia de Leininger también cree que le tendieron una trampa. El hombre, que no habla bien español, se mudó a Venezuela con su esposa, de la que ahora está separado, y toma medicamentos contra la ansiedad y el síndrome de Tourette.

El miércoles —más de dos años después de que lo detuvieron— los tribunales desestimaron los cargos de terrorismo y posesión de “armas de guerra” en su contra. Pero sigue esperando juicio sobre el cargo de intento de homicidio, y las condiciones de su detención se han deteriorado significativamente.

Según su madre y su abogado, Leininger fue trasladado en mayo -sin avisar- desde la cárcel de San Cristóbal donde esperaba juicio a la tristemente célebre prisión de Rodeo en Caracas. Como resultado, Leininger perdió al menos un vista judicial debido al cambio.

Rehén

Pocas semanas después de llegar a Rodeo, hubo un motín en la prisión y Leininger quedó de rehén, dijo su madre, Barbara Leininger, quien agregó que sus captores llamaron a la embajada de Estados Unidos para pedir un rescate.

“De repente, la semana pasada, alguien en la prisión acusó a Todd de ser parte del motín y que tenía un arma, así que lo pusieron en cuarentena y no dejan que nadie lo vea”, puntualizó ella. “Siguen esgrimiendo razones para no darles las garantías procesales, eso es lo que me aterroriza”.

Ahora ha escuchado que tiene sarna y que no come lo suficiente, en un país donde la escasez de alimentos es rampante.

“Está pasando hambre”, dijo la madre. “Hay que pensar que los presos son los últimos en comer”.

Algunos de los familiares de Caleño se han enterado de que a la pareja la están tratando bien. Se dice que están en un centro militar de detención en Caracas, llamado el Helicoide, lejos de los otros presos.

Pero el padre de Holt dijo que la familia tiene que hablar con su hijo.

“Quisiéramos que Venezuela le permita contactar a su familia, para saber que está bien”, dijo.

“Lo más difícil es la incertidumbre”, agregó.