Consideran que en lugar de aplacar las protestas, la respuesta represiva puede aumentar la conflictividadConsideran que en lugar de aplacar las protestas, la respuesta represiva puede aumentar la conflictividad  Foto William Urdaneta

Ciudad Guayana, Lunes 29 de Septiembre de 2014

La protesta en Venezuela siempre ha estado presente, no sólo en el ámbito político, sino en lo laboral y social, pero a raíz de las manifestaciones estudiantiles y las posteriores represiones por parte de cuerpos de seguridad del Estado, el uso de la fuerza en lugar del liderazgo es el mecanismo que se está usando para cualquier disidencia o denuncia que comprometa al gobierno.

En el caso de los estudiantes no sólo fue la represión, sino las detenciones que violaron el debido proceso, y el retardo en los casos de varios jóvenes que permanecen privados de libertad.

Posteriormente sucedió con la protesta de los trabajadores de la Siderúrgica del Orinoco Alfredo Maneiro (Sidor), quienes reclamaban la firma de su contrato colectivo; su descontento por el acuerdo de una convención entre “madrugonazos” también generó una reacción en contra del Gobierno, cuya respuesta fue la detención de varios de ellos.

El sector salud no escapa de esta realidad. Por denunciar la crisis que se está viviendo en clínicas, hospitales y farmacias, y denunciar la muerte de pacientes a causa de una enfermedad que no se había determinado, la repuesta no fue precisamente atender el problema sino ir en contra de quien hizo pública la situación.

El principal costo político es la deslegitimación, menciona Benigno Alarcón, director del Centro de Estudios Políticos de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB).

“Cada vez que el gobierno reprime hay un costo político y eso se expresa en el rechazo de la población que empieza a deslegitimar. Con la línea del lado del gobierno deben ver qué es más costoso: no reprimir y permitir que esto avance y se multiplique, o reprimir y caer en deslegitimación”, señala.

Alarcón explica que la situación dependerá de cada protesta. “Si un gobierno tiene la impresión de que reprimir una protesta será muy costosa políticamente e, inclusive, puede convertirse en una escalada del conflicto, si yo reprimo seguirá saliendo más gente a la calle a protestar. Los gobiernos intentan no hacerlo y apuestan a que la situación se normalice”.

Represión y propaganda
Sin embargo, el politólogo destaca que lo que se vive en Venezuela no es precisamente un sistema democrático, sino más bien una mezcla entre democracia y gobierno autoritario.

“Un gobierno democrático resuelve por la vía de las elecciones, pero cuando tenemos un gobierno que no es propiamente democrático tienen dos caminos: o se abren democráticamente y negocian una transición donde ellos están conscientes de que van a perder el poder, o afrontan las consecuencias; se quedan en el poder por las buenas o las malas, y en el camino es una mezcla de represión y propaganda”, explica.

Para Alarcón, la mayor evidencia del sistema autoritario no es sólo la represión, en la que se prefiere la detención del dirigente para hacerla menos visible y taparla con propagandas que desvíen el tema; menciona precisamente “la nueva agencia que se va a encargar de los temas publicitarios, además de las limitaciones que sabemos están sufriendo medios de comunicación con la compra de papel periódico. Esa es normalmente la ruta de los gobiernos que tienen vocación autoritaria”.

El sociólogo Nelson Freitez recuerda que en Venezuela se ha dado un conjunto de protestas desde el 2004, cuyas razones responden a demandas sociales. Sin embargo, señala que pese a su legitimidad y de su razón de ser, el gobierno venezolano, más que responder con mesas de diálogo entre los diversos factores sociales ha optado por la respuesta represiva a través de los organismos de seguridad del Estado, criminalizándoles y atribuyéndoles razones diferentes. Esto lo nota especialmente en el mandato de Maduro.

Freitez señala que la ola de enfrentamientos violentos como parte de una respuesta de un gobierno que no entiende los motivos sociales que la gente reclama “más que resolver la causa del problema, busca cuestionar a los actores, y en lugar de aplacarla está aumentando la protesta”.

El castigo ejemplarizante
Si bien la protesta se ha intensificado en el gobierno del presidente Maduro, a raíz de las represiones, un sector de la sociedad se replegó por temor a las represalias.

No obstante, Freitez advierte que el uso de la fuerza es un arma que puede revertírsele al Gobierno, ya que en la sociedad “se acepta aún más la convivencia de la población”. “Hay un sector que siente intimidado, pero si los motivos continúan, la población no dejará de reivindicarlos, a la vez que lucharán por las consecuencias negativas que generaron la represión, explica.

“La sociedad se radicaliza en sus acciones; las protestas se multiplican”, agrega Freitez, quien recuerda cuando en Venezuela estaba proliferando la huelga de hambre como mecanismo de presión ante los oídos sordos del Estado.

Por otra parte, Freitez coincide con Alarcón al afirmar que parte del costo político que la represión cobra al gobierno es la pérdida de apoyo social y político, donde la represión frente a la demanda legítima ocasiona que los seguidores del gobierno también se alejen. “No toda respuesta represiva logra ser comprendida”.

Asimismo admite que con las medidas adoptadas por la administración nacional permite que se fortalezcan las corrientes militaristas y represivas, ya que es a través de este mecanismo como puede mantenerse en el poder. Sin embargo, también considera que “más que favorecerlos podría perjudicarlos”.

Al final todo es cuestión de poner pesos en la balanza: represión versus legitimidad. Uno en las antípodas del otro, e incluso uno como causante del otro. No hay fórmulas preestablecidas en política, pero su arte, al menos en la era democrática, suele prescindir del uso de la fuerza para consolidar la estabilidad del gobierno a partir de los consensos. Es el acuerdo ciudadano, más que la bayoneta, el principal garante de la paz en las sociedades y la legitimación de los gobiernos”.

El rol de la oposición¿Hasta qué punto son las consecuencias que pueden enfrentar la población ante el uso de la fuerza por parte del Estado? ¿De qué manera se puede terminar de deslegitimar a un Gobierno que reprime?

El director del Centro de Estudios Políticos de la UCAB, Benigno Alarcón, afirma que dependerá del rol que jueguen los partidos de oposición. “Hagamos voto porque este nuevo secretariado en la Mesa de la Unidad pueda poner de acuerdo a los partidos políticos”.

“Yo pondría más peso en los partidos de oposición, porque la mayoría de la gente no entiende cómo funcionan estos mecanismos… estos mecanismos autoritarios sirven para ir sometiendo a la gente e ir reduciendo sus expectativas, pero la gente no lo hace de manera consciente sino que puede estar en un proceso de adaptación, donde está aceptando ciertas cosas que en un país democrático serían inaceptables. Colocaría la responsabilidad a los partidos de oposición que están obligados a conocer esos mecanismos, denunciarlos y dar respuestas”, explica.

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