Venezuela Awareness
Alberto Reverón (Foto VAF)
Alberto Reverón (Foto VAF)
Alberto Reverón (Foto VAF)

Prensa VAF.- 19 de Diciembre 2013.-El giro ideológico que está teniendo Latinoamérica en los actuales momentos, es una vuelta en “u” donde por razones hasta básicas, está prohibido doblar. No hace falta recordar las fechorías que las tiranías propician, amén de las grandes secuelas que dejan una vez instauradas las libertades. Adolfo Hitler, con su socialismo nacionalista (Comunismo) impuso por la fuerza su marca genocida, no solamente en el país donde gobernó, sino en los países a los que invadió por medio de las armas y el sufrimiento de millones de personas. Una vez pasado el régimen de Hitler, las alegrías y los juicios correspondientes a los culpables, no pudieron abrazar a quienes en la actualidad aun siguen creyendo en las teorías Hitlerianas sobre un solo partido y una sola ideología, las cuales coartan el desarrollo de una vida integral.

Tanto en el centro y en el sur del continente de la esperanza, el vuelco a la izquierda recuerda los años 50 donde campesino, analfabetas y personas de bajos recursos, quienes lamentablemente carecían de conocimientos fueron manipulados por líderes guerrilleros para imponer sus revoluciones. Pero hoy día, con la expansión de las tecnologías comunicacionales, que permiten abrirnos al mundo dentro de nuestro propio mundo, y conocer la verdad de recordar el pasado para no repetirlo, no es de extrañarse que existan quienes por resentimiento sigan creyendo en teorías basadas en la lucha de clases y la opresión de lo diferente. No es de extrañarse tal situación, pero sí de admirar y de analizar, porque una vez “superados” los conflictos armados centroamericanos y las asonadas militares en Suramérica, existió un intervalo de relativa paz donde los gobernantes que permitieron sistemas democráticos, olvidaron educar a los ciudadanos sobre el peligro del extremismo político-ideológico, que en dictadura es lo mismo. La historia vuelve a repetirse. Presos, exiliados y hasta desapariciones, disminución del poder económico, para que las personas dependan del todo poderoso gobernante, y así este puede hacer lo que quiera a su gusto y antojo. Preguntar porque se repite la historia, es como tirarle piedras a un avión comercial luego que despega, pensado que así se podrá derribar.

Los eventos se repiten, pero en diferentes circunstancias y con diferentes variables, solo hay que considerar como fue ese cambio de dictadura a democracia, que antes se pudo hacer, y llevarlo a los actuales momentos, manteniendo presente que no se puede esperar resultados diferentes con el mismo procedimiento. Una geografía roja tiñe gran parte del continente americano, salvo ejemplares excepciones, las cuales deben esforzarse por profundizar su democracia, para no caer en el tinte rojo. Mientras que las que ya están empañadas por revoluciones y tiranías, tiene en sus ciudadanos comunes una tarea inmensa, la de usar los medios que ya existen para educar a los más necesitados sobre los beneficios de la democracia, de lo contrario, ese giro político donde los ciudadanos verán por el retrovisor la carretera de la democracia, se convertirá cada vez más en una realidad.

El año que pasa, lleno de profundos malestares, hace sentir que los cimientos de la propia vida están en tajante peligro. Por un lado, las frágiles economías cuyos gobiernos toman medidas que favorecen la caída del sector productivo. Las leyes que no permiten la expresión de pensamientos libres, con penas de cárceles o de muerte por tan solo pensar diferente a quien gobierna. Y un sinfín de terribles y reales fuerzas que se juntan para instaurar sistemas nunca antes vistos, que podrían poner en peligro la existencia de la vida humana, tal como se le conoce en la actualidad. Panorama aterrador, pero verídico. De seguir en esos sistemas, el camino que recorrerá Latinoamérica es más caótico de lo que se pueda imaginar.

La solución no es fácil, pero no imposible. Si cada quien cumple su deber individual y social, transformándose en el cambio que quiere ver en su sociedad. Se transforma en ese Gandhi, en esa Madre Teresa de Calcuta que lleva por dentro, se pueden lograr las libertades que tanto se necesitan para frenar el carro rumbo a la oscuridad, pagar la tarifa de infracción con la reconciliación y enmendando los errores, conducir rumbo a la prosperidad y éxitos que tanto merece el continente de la esperanza. Es decir, dejara de ser el continente de la esperanza, porque dejara de esperar, y comenzar a ser el continente de la acción, donde tome las riendas de su destino y pueda juntarlas a las de sus hermanos para no repetir los errores del pasado.

El presente año, lleno de muchas expectativas no cumplidas, deja una gran lección para todos, lección que al haber comprendido, se podrá disfrutar todos los venideros años para mejorar como ciudadanos, fortalecer nuestras democracias y avanzar constantemente al progreso tan merecido, luego de hacer el trabajo que cada quien debe hacer, por sí mismo y por su país.

 

Alberto Pérez Reverón

Periodista venezolano promoción 2013 y activista de los DDHH

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