LA O/A (ORGANIZACIÓN AUTÉNTICA) Y EL ESCAMBRAY.
CAUSA Nº 829 DE 1960.
SENTENCIA, 12 de octubre de 1960.
Tribunal Revolucionario:

Presidente: 1er.Tte. ER, Dr. Olaudio M. López CardetVocales: Capt. Hornedo Rodríguez Ruiz. 1er.Tte. PNR. Leonel Tornés Fandiño 1er.Tte. ER. Erasmo I. Anoceto Machado 2do.Tte. ER José A. Ferrer y BritoFiscal: Capt. ER Juan Escalona Reguera.

Condenados a muerte y fusilados en la madrugada del 13 de octubre de 1960:

PLINIO PRIETO RUIZ
SINECIO WALSH RIOS
JOSÉ A PALOMINO COLON
PORFIRIO REMBERTO RAMIREZ RUIZ
ANGEL V. RODRIGUEZ DEL SOL

Plinio Prieto Ruiz

TESTIMONIO PERSONAL: “LA CAÍDA DE PLINIO PRIETO Y SUS COMPATRIOTAS”

En los últimos momentos… me dijo estas palabras que son todo un testamento: «Si tiene oportunidad de ver a mi señora, a los niños y a mi vieja, dígales que les quiero mucho, que les guardo el último recuerdo y que muero con una fe a plenitud en Dios y en los hombres»… Estas son las últimas palabras de Plinio Prieto Ruiz, según el escrito del RP Olegario Cifuentes: «Últimos momentos de la vida del comandante Plinio Prieto Ruiz» después de oír su confesión, poco antes de morir por Cuba con sus cuatro compañeros: Sinesio Walsh Ríos, José Palomino Colon, Ángel Rodríguez del Sol, y Porfirio Ramírez Ruiz, alzados en El Escambray contra Fidel Castro.

Esto sucede la noche del 12 de Octubre de 1960 en el campo de tiro de la finca «La Campana», a unos pocos kilómetros de Santa Clara, donde, en Enero de 1998, el Papa Juan Pablo II dirá su primera misa en Cuba…

… Al mediodía, un espectáculo -teatral y macabro- tiene lugar en el teatro de oficiales del Regimiento de Santa Clara, al que llaman «juicio militar revolucionario». Liana Prieto-Arcia y yo, hermanos de Plinio, empujados por una estampida humana al abrirse las puertas, terminamos sentados en las butacas del publico. En el amplio escenario apenas caben los militares miembros del tribunal, las mesas, los testigos, fiscales, abogados… Luego, con cierta confusión, hacen entrar por el fondo a más de 150 patriotas acusados.

Después de largas horas de aquel espectáculo hasta el agotamiento de todos los presentes, el Primer Teniente Claudio M. López Cardet, Presidente del Tribunal, con gran ceremonia anuncia «un receso de 24 horas para dictar sentencia»… citando a los presentes «en este lugar.» Soy testigo…

… Al salir del teatro de oficiales, cae la tarde… Nos vamos a la casa de mi tío «Lalo», Dr. Eduardo Ruiz, conocido cirujano de Santa Clara, donde están reunidos mi madre y unos cuarenta de familia, más amistades. Pasa el tiempo lentamente. Mi familia -bien conocida allí- no recibe noticias. ¿Donde estaría Plinio? ¿Podríamos, tal vez, visitarlo?… Ya tarde en la noche, mi madre me dice agitada: «Pepe, tengo un mal presentimiento»… y me pide que obtenga noticias, lo que todos ansiábamos. Liana y yo, con otros familiares, salimos a indagar por la ciudad. Sin rumbo preciso, visitamos varias dependencias militares… Nadie sabe nada.

Por último, en alguna posta militar, nos acercamos a un guardia armado. Me identifico como hermano de Plinio Prieto al preguntarle por el. El guardia cruza su fusil… «Tienen que retirarse de aquí» dice amenazante… y, al ver que no nos movíamos, turbado y vacilante, ahora sí me responde: «Ah, si… si son los que iban a fusilar… ya los fusilaron.»

Liana se echa en mis brazos llorando. «Mi hermanito» murmura entre sollozos… … … Mas tarde, en el cementerio, mi madre -la encorva el dolor- se arrodilla penosamente sobre un montículo de tierra coronado por una sencilla cruz de madera blanca. Se abraza a la tierra que magulla su fina piel, gritando: … »Plinio», «Plinio», «Plinio»… Callamos… largo rato… hasta que alguien dice unas breves palabras de consuelo que no recuerdo… … … ..

… Luego… queda… en aquel cementerio de Santa Clara, un montículo de tierra coronado con una sencilla cruz de madera blanca… flores… y, un manto de innumerables gotitas de sangre invisibles que la tierra ha arrancado al ultimo abrazo de mi madre desesperada. «Bello gesto» de otra madre mambisa lista a dar la ultima gota de su sangre por la vida de cualquiera de sus hijos. No hay tal… «receso de 24 horas para dictar sentencia»…

Según el relato del Padre Olegario: «… fueron colocados frente al pelotón de milicianos, los cuales hicieron la descarga con armas automáticas de las llamadas metralletas… ante la mirada de mas de dos mil milicianos y soldados… en la noche del doce de Octubre… las once y veinte, en que tuvo lugar la ejecución»…

Según otra fuente: »Antes, un gesto de Plinio detiene la ejecución. Sereno realiza un último acto de burla a la tiranía. Con otro gesto les indica que continúen»… … Asesinados… pero hay más, según esta otra fuente que ratifica el uso alevoso de armas automáticas: «…apuntándoles a las rodillas, les dispararon con fusiles automáticos… luego, ya en el suelo y retorciéndose de dolor, les dieron el tiro de gracia».

En Cuba comunista -de hoy y de entonces- solamente existe una persona, capaz de ordenar a otros este acto inhumano, perverso, infame, cruel y cobarde, el tirano comunista… : vil-bestia-inmunda, arrogante-mentiroso-compulsivo, siniestro-psicópata-genocida.

… A través del tiempo… y el espacio, el RP Olegario nos recuerda el sencillo y breve mensaje póstumo de fe en la República de Cuba de uno de tantos miles de patriotas cubanos caídos:

…«Muero con una fe a plenitud en Dios y en los hombres»…

José Prieto
Miami, 10/12/2004

http://blogforcuba.typepad.com/my_weblog/2008/10/la-cada-de-plin.html